
- Los métodos de pago históricamente han reflejado las necesidades humanas y las características de una sociedad. A pesar de la evolución tecnológica del sistema financiero, hasta el momento el efectivo (billetes y monedas) sigue vigente y no ha sido reemplazado, solo complementado con otros productos.
- En 2014, el 80% de las operaciones monetarias se hacían por canales físicos, mientras que durante el primer semestre del 2025 el 68% de las operaciones monetarias ya se hacen a través de canales digitales, una tendencia impulsada por la pandemia y las mejoras tecnológicas. El canal más usado en 2024 fue la aplicación móvil (69%), tendencia que se ha mantenido durante el 2025, aunque los portales web son los canales que concentran el mayor monto de transacciones.
- El ecosistema financiero debe continuar creando estrategias de adaptación digital sobre grupos laborales no formales como campesinos, tenderos y trabajadores informales, pues son los principales grupos que usan efectivo para sus operaciones diarias.
- A mayor digitalización, mayor exposición a riesgos cibernéticos. Por ende, la inversión en ciberseguridad debe ser cada día más relevante si buscamos un sistema sin efectivo.
- El cambio a un sistema financiero sin efectivo debe ser intergeneracional y cultural: si los adultos adoptan herramientas digitales, influirán en las nuevas generaciones. Los bancos, billeteras digitales y neobancos tienen el reto de romper la percepción de que solo el dinero en físico representa ahorro o seguridad.
- El sistema financiero, en conjunto con el gobierno, continuará trabajando en la trasformación digital y la inclusión financiera, especialmente en zonas rurales que no cuentan con los mismos niveles de conectividad y confianza.