• En línea con nuestros pronósticos, el crecimiento de la economía colombiana durante el primer trimestre del año se ubicó en 2,5% real. Si bien este registro luce inferior frente al observado durante el mismo periodo de 2015 (2,7%), se lee favorable en medio de la actual coyuntura. Sin embargo, a pesar de que esta cifra reitera la fortaleza de la economía en un ambiente adverso, los elementos que componen el balance de riesgos parecen no disiparse e, incluso, se incorporan ahora nuevos factores.
• La reciente decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea (Brexit) acentuó el grado de incertidumbre en los mercados financieros y generó grandes inquietudes sobre los posibles efectos que se generarían sobre la dinámica económica en Europa, EE.UU y las economías emergentes. La manera como se vaya surtiendo este proceso será fundamental para dilucidar los impactos que podría tener sobre Colombia, una situación que se suma al ya enrarecido ambiente que se venía presentando en el contexto internacional aún a pesar de que las cotizaciones del precio del petróleo habían venido restando cierta tensión.
• Por el momento, al analizar los elementos que hacen parte del balance de riesgos, Asobancaria mantiene inalterado su estimativo de un crecimiento cercano al 2,3% en 2016 y 3,2% en 2017, aunque señala un claro sesgo bajista que podría materializarse si las condiciones adversas se acentúan. Existe, en este escenario, una gran expectativa sobre el ajuste que se deberá dar en materia de inflación y de tasas de interés en el segundo semestre de este año. Estos factores, aunados al trámite de la Reforma Tributaria, serán fundamentales para determinar el rumbo de la economía en el corto y mediano plazo.
• En el ámbito local, además de la incertidumbre en materia fiscal, monetaria y de cuentas externas, la dinámica de la inversión ha venido generando preocupación y ha comenzado a alterar las perspectivas de crecimiento de corto plazo. Pese a que proyectamos que la formación bruta de capital fijo comenzará a recuperarse hacia la segunda parte del año, los factores de riesgo que podrían afectar este proceso se han incrementado no solo por la mayor incertidumbre económica y financiera de los mercados externos sino por el ambiente contractivo que se podría generar a nivel local. Unas condiciones monetarias más adversas, una reversión de los influjos de inversión externos, una mayor incertidumbre tributaria y una mayor contracción de las importaciones de bienes de capital (en especial para la industria y el sector agropecuario), contribuirían a materializar nuestro sesgo bajista en materia de crecimiento.