El año que termina fue bueno para la economía colombiana. El producto interno bruto aumentó por encima de la tasa potencial y la brecha se cerró hacia el final del año. Una rápida expansión del crédito, favorecida por abundantes flujos externos y una postura monetaria laxa, contribuyó a financiar la expansión de la demanda interna. Respondiendo al dinámico ritmo de actividad económica, la tasa de desempleo disminuyó cerca de un punto porcentual. Surgieron presiones inflacionarias por un choque de oferta, pero se espera que se cumpla la meta de inflación. La aversión al riesgo en los mercados internacionales y la preferencia por activos seguros, depreciaron el COP y estabilizaron el auge que había en los activos domésticos, con excepción de la vivienda, que continuó valorizándose. Para alinear de las expectativas de inflación respecto de las metas, prevenir un auge del consumo, evitar un desbordamiento del crédito y un sobreendeudamiento de los hogares, el BR comenzó el tránsito a una postura neutral, elevando su tasa mínima de expansión 175 pb.
Sin embargo, las perspectivas para el año entrante son inciertas por el riesgo de sufrir otra crisis financiera internacional y una segunda recesión mundial. Por fortuna la economía luce preparada para asimilar un choque externo. Está macroeconómicamente mejor balanceada que en anteriores episodios de crisis internacionales, su solvencia externa mejoró y su liquidez en moneda extranjera es holgada. Por otro lado, su sistema financiero es solvente, tiene suficiente liquidez, la calidad de la cartera es excelente y su cobertura amplia. Además, el mecanismo de transmisión de la política monetaria funciona muy bien.
En estas circunstancias, si se materializan las amenazas de crisis financiera y recesión mundial, el crecimiento del PIB colombiano se desaceleraría de todas maneras, pero posiblemente menos que en ocasiones anteriores. Quizá la principal duda en este sentido sea el poco espacio con el cual cuentan las autoridades para implementar estrategias contra-cíclicas, debido a que se demoraron mucho en retirar los estímulos implementados para sostener la demanda interna en la recesión de 2008-2009.
Si las autoridades europeas y americanas, junto con los organismos multilaterales, evitan la crisis financiera y la recesión mundial, entonces es probable que la economía colombiana deba enfrentar riesgos de sobrecalentamiento, porque continuaría creciendo por encima de su tasa potencial. En este caso, parecería prudente que el BR considerara acelerar el tránsito a una postura monetaria neutral y que el Gobierno pensara en retirar el estímulo fiscal.