El Bank for International Settlements (BIS) publicó en diciembre 2010 la versión definitiva de las modificaciones al acuerdo de Basilea. Algunos expertos consideran que este documento no significa que los anteriores tratados, Basilea I (1988) y II (2004), hayan muerto o que los reemplace, sino por el contrario se trata de un complemento a los estándares ya conocidos.
El acuerdo conocido como Basilea III (BIII) persigue tres objetivos, en primer lugar, incrementar la capacidad del sector bancario de absorber choques; en segundo lugar, mejorar la gestión de riesgos y el gobierno corporativo; y finalmente, introducir elementos macro-prudenciales en la regulación que ayuden a contener los riesgos sistémicos sobre la economía.
Para alcanzar estos objetivos, BIII plantea medidas en cuanto a capital y liquidez. Frente al primero, el Comité de Basilea busca aumentar la calidad y cantidad del capital regulatorio, así como mejorar la cobertura de los riesgos financieros y limitar el excesivo apalancamiento de las entidades. Con el tema de liquidez, se busca fortalecer las mejores prácticas en la administración de su riesgo, introduciendo coeficientes de medición y supervisión.
En Colombia los estándares regulatorios están ubicados en un intermedio entre Basilea I y II, es decir, en términos de medición y seguimiento, las normas locales están basadas en Basilea I con algunos elementos de BII, pero en términos de gobierno corporativo, administración y gestión de los riesgos la regulación está fundamentada en los pilares de Basilea II.
Sin embargo, ¿qué tan cerca o qué tan lejos está Colombia de cumplir con los nuevos estándares de BIII? Todo parece indicar que bastante cerca. Luego de realizar un ejercicio de impacto aplicado al sector bancario colombiano, en el que con datos locales se replican los nuevos requerimientos de capital, liquidez y apalancamiento, se demuestra que localmente se cuenta con altos niveles de capital, de estructura simple y por lo tanto robusta. En apalancamiento, los resultados arrojan que la industria no se encuentra altamente apalanca, por lo que cuenta todavía con un margen de maniobra para alcanzar el límite propuesto. Por último, en liquidez los resultados no son tan alentadores, la mayoría de las entidades solo alcanza a cubrir en promedio el 50% de las salidas de su flujo de caja, por lo que no estarían completamente preparadas para hacer frente a un periodo de estrés financiero.